Acabo de entrar en el campus de google (bien, soy suficientemente guay) y la verdad es que hablar con este entorno de personas te crea una sensación entre, que bien, cuánta gente interesante hay por ahí y vaya mierda que hago. Pero una vez sales de este reducto o pueblo en la Galia, nos encontramos la dura realidad y vemos de qué color está pintada la realidad de este país y para ser más exactos, de la capital y centro físico y teóricamente neurálgico de este país.
En fin, hoy voy a hacer un post no crítico, más bien, constructivo o eso espero.
Me niego a pensar que esto sea así y en realidad, defiendo lo que he defendido en otros post. La realidad es otra, el problema es que no existe una canalización del talento. ¿Es posible dicha canalización? Pues teóricamente si, aunque prácticamente, es compleja.
Estoy en el AVE, viendo una película muy plana, pero interesante. Un atleta que 50 años después que se pone a entrenarse para una maratón. En la residencia de mayores le toman por loco e intentan capar su ilusión de correr una maratón de nuevo. Muy plana porque todo es predecible, pero no por esto deja de ser interesante. Bueno, el tema es que pese a todo corre la maratón y eso es lo que mola, la tenacidad y el instinto de supervivencia que tiene el tipo.
Bueno y una vez que echas unas lagrimitas, te das cuenta de lo importante que es poner encima de la mesa el talento y desarrollarlo. Pero, ¿dónde está el talento en este país? Pues me temo que en el primer escalón, simplemente encima de la mesa y lo peor de todo es que me temo que principalmente en el sector público, algo que me genera un miedo terrible. Las mejores notas, los mejores cerebros de este país, terminan opositando (y en el mejor de los casos, como profesores en la universidad) o en grandes empresas y en los dos casos, bien trabajando para sobrevivir, bien trabajando para que otros ganen dinero. Lo que sucede es que no estaría mal si hubiera una mayor conexión entre el sector público y el privado, pero no existe. Decía Sampedro que hay dos tipos de economistas, los que hacen más ricos a los ricos y los que hacen menos pobres a los pobres (aunque a estos me cuesta encontrarlos) y el talento que se desarrolla en nuestras universidades, públicas y privadas y el que se potencia en los espacios públicos, van destinados a tener muchos de los primeros.
Valoramos en exceso aquellos que terminan sus estudios y consiguen trabajar en grandes empresas, dentro o fuera de nuestro país, jornadas interminables, para que las grandes fortunas sigan acumulando grandes fortunas. Nuestro talento está mal distribuido y eso es algo que una sociedad no puede permitirse.
¿Y no sería posible trabajar en los espacios formativos tempranos esa capacidad para donar tu talento? ¿Por qué no se puede, desde pequeños, hacer compartir este talento? Estoy convencido que nuestro modelo educativo lo impide. Si en una clase no hay más que gente lista, esa gente lista está abocada a reventar su talento, en cambio, si en una clase, los hay más y menos avispados, cada uno aportará su granito de arena. Los más avispados verán más fáciles las mates, pero los menos avispados en mates, serán más avispados en educación física o en sociales o en lo que sea. Se intercambiarán recursos. Un niñX que destaque, destacará no solo por lo que sepa, si no por lo que pueda aportar al resto, eso será lo que le enriquezca. Todos tenemos talento, pero la cuestión no es solo explotarlo, también saber donde se puede desarrollar.
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