Cada día llegan nuevos movimientos, formas de ver determinados temas o movimientos más amplios y cada día se van esas modas o bien se establecen para, podríamos decir «siempre». Los hipsters irrumpieron con fuerza, pero se veía que eran una moda muy puntual, nacida de la necesidad de un determinado perfil de sentirse tribu. Los gamers irrumpieron y se quedaron y se quedarán, puesto que tendremos gamers para rato, aunque esta moda vaya evolucionando y siendo cada vez diferente. Vale, pero esto no es lo interesante, lo realmente potente es lo que cualquier movimiento social, por pequeño que sea, deja en la sociedad de consumo.
Este es el motivo de este post. ¿Qué queda de los movimientos una vez desaparecidos o debilitados? Todos dejan algo. Tuvimos un movimiento político en muchos puntos del mundo, que dejaron, en el caso de España un gobierno mucho más plural, en el caso de Egipto y otros países de la zona, caídas de gobierno. La verdad es que este es un caso exagerado, puesto que está enmarcado en uno de los pilares más intensos que definen las tendencias, que es el espacio político y apoyado por varios fenómenos sociales, algo que catapultó un posible movimiento, de los que ya habíamos tenido muchos, en algo mucho más intenso y duradero.
El movimiento hipster está dejando un poso muy interesante sobre el culto a espacios poco cultivados, como es la estética masculina y parecido a lo que dejaron los famosos metrosexuales. No perduró el boom de las cremas, pero si dejo una cultura de culto al cuerpo generalizada, no solo en espacios masculinos concretos. Empezó una etapa, que no ha muerto, ni morirá, donde el hombre se igualó a la mujer en muchas cuestiones como la del cuidado personal. En el terreno hispster, el culto por modas vintage y el consumo «culto» de muchos espacios artísticos, han quedado para siempre o al menos para mucho tiempo.
En definitiva el mass market sigue siendo capaz de chupar aquello que tiene sentido asumir, tanto para la persona como para el sentido de su consumo. Y aquí entran las marcas, que también hacen. Asumen, como suyo, aquello que les es más asumible en cuanto a elementos como riesgo y rentabilidad. ¿Alguien podía pensar que El Corte Inglés ofertase cruceros para el Orgullo Gay? Pues no, solo cuando ha sido capaz de entender que es rentable trabajar sobre los micro-nichos (otra tendencia comercial que hace mucho que nos dejó y que solo los más listos han mantenido). Debemos entender que las marcas comerciales son conservadoras por definición y no arriesgarán hasta que un movimiento social se ha desarrollado o está suficientemente implantado para poder apostar por él. También es cierto, que esto de los movimientos es un sálvese quien pueda, es decir, es una jungla, donde solo sobreviven los mejores o, en este caso, aquellos que han tocado las teclas necesarias para poder desarrollarse adecuadamente.
En definitiva, analizar qué queda de los movimientos sociales exige tener cierta capacidad para mirar hacia atrás. ¿qué no se hacía regularmente antes y se hace ahora? Eso será lo que quedará más tiempo y posiblemente mucho más tiempo. Observarlo es un arte y retenerlo un trabajo al que se dedican, nos dedicamos, algunos empeñados en tener memoria histórica, aunque sea de corto alcance. Analizar esto, permitirá entender los siguientes pasos.
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